sábado, 19 de septiembre de 2009

"El Veneno"

Al llegar de un viaje largo y cansador, lo único que quería era llegar a mi mansión y descansar en mi alcoba, tomando una copa y leyendo algún buen libro.En mi biblioteca ya no quedaba ninguno que no haya leído, entonces le pido al chofer que se desvié para ir a una librería y poder comprar alguno. Al entrar me llevo la sorpresa de que desbordaba de gente, era imposible poder elegir un libro, en ese momento diviso una góndola solitaria, sedienta de lectores, escondida al final del rubro asesinatos. ¿Por que no había nadie?, me acerco y encuentro la respuesta, era simple y contundente, un solo libro, una sola historia, contada en no mas de 30 paginas, y entendí así el desinterés en el.Lo levanto, se titulaba el veneno, nunca había leído un asesinato donde el veneno fuese el causante de una muerte. Algo me decía que lo compre, pero no estaba seguro, y al mirar de nuevo toda esa multitud de gente, no dude ni un minuto y me apropie de el.Afuera seguía nublado, con un cielo sensible que de apoco derramaba sus lagrimas sin consuelo. En el camino observo la portada del cuento donde este carecía de autor, me parecía raro ¿Quién escribió esto? ¿Como un cuento por más corto que sea no tiene autor? No entendía nada.Después de un largo y pensativo camino hacia mi casa, llegamos, se encontraba igual que siempre, solitaria y desconcertante, donde las únicas voces que se oían era la de la servidumbre. Subo a mi alcoba para descansar un poco, me sentía exhausto, llamo a mi mucama y le pido una copa de vino, ella tardaba mucho y me estaba enfadando, yo soy muy estricto en esas cosas pero esta vez debía ser tolerante, ya que la había contratado hace una semana y no podía pedirle mas.Ya tenía todo lo necesario y comienzo la lectura: El patrón se había ido una semana de viaje, tenía todo el tiempo del mundo para mi plan. En esos días me hice amiga de todos en esa casa para no levantar sospechas. Sabia que el era mi ultima victima, y no podía fallar.Estuve pensando, y no sabia que hacer, busque mil formas pero ninguna me conformaba.Con preguntas sospechosas, analicé minuciosamente su comportamiento para que nada fallara, para encontrar el momento justo y la manera adecuada para lograr mi objetivo que era matarlo y envenenarlo. El nunca se imaginaria que iba a perder su vida con algo tan simple y vicioso. Yo esperaba su llegada, ansiosa y desesperada. Cuándo llega a su mansión, sabia que venia cansado y que subiría a su habitación a descansar y que en ese momento me llamaría, no podía fallar, todo debía ser perfecto… De repente mi lectura se vio interrumpida por un llamado. Era Eugenio que me pedía un favor, no podía defraudarlo. Nunca me paso de comenzar un cuento corto sin finalizarlo pero aun así cierro el libro dejando el final para más tarde.Al terminar mi copa de vino para poder irme me empecé a sentir raro, todo se distorsionaba, me siento en mi sillón sin entender que me pasaba. Y al mirar esa copa cuyo contenido ya no estaba, me di cuenta de todo y desafortunadamente entendi que estaba en presencia del final del cuento.
"LA PESADILLA"

No era una mañana mas, algo me decía que iba a pasar algo pero no sabia que. Me levanto como todos los días a la misma hora y con el singular ruido de mi despertador. Me siento en mi cama grande, confortable, situada en una amplia habitación cálida e iluminada. Un ventanal que muestra el exterior en forma de cuadro. Observo con detenimiento esa mancha negra que contrasta la almohada blanca, curvas que se asoman en sabanas suaves, congeladas en el tiempo, como estatua viviente sin moneda, tierna, frágil, a la espera de nada ni nadie.Ella siempre en la misma pose, inmersa en un sueño profundo y sin perturbación alguna. Todas las mañanas se despierta una hora mas tarde que yo. Cuando me despierto la observo unos minutos para llevarme una foto de ella y luego me alejo de la habitación, recorro el pasillo y bajo las escaleras con la tranquilidad de que todo esta en orden. Voy en busca del desayuno, ese ritual previo al resto del día. Hoy algo sucedería, tenia ese presentimiento desde el momento en que mi cuerpo y mi cama dejaron de se ser un solo objeto.En la planta baja diviso su cartera arriba de la mesada. Estaba abierta como invitándome a ella. No soy de hacer esto pero hoy todo es distinto. Me acerco y con culpa la reviso. Cartas de alguien, un tal Ignacio. No era amigo de la familia ni conocido nuestro. Leo con detenimiento mientras me preparaba para lo peor. Palabras y frases como puñales. No podía creer que estaba en presencia de mi engaño, del fin de una relación y del principio de otra. Se hacia cada ves mas difícil sostener ese papel entre mis manos, era filoso y quemaba. ¿Qué debo hacer?, era el único interrogante que se me manifestaba, cuya respuesta no estaba o no quería que este.Me conozco, ese era mi terror más grande, mi reacción podía no ser la adecuada pero ya no me importaba nada. Era tanto el dolor que el corazón no piensa, y eso me asustaba. Me acerco al bar en busca de un trago que me tranquilice pero nada era suficiente. En ese mismo instante oigo un grito. Era ella, pedía ayuda. Me nombraba entre llantos y suspiros. Corrí con fuerza hasta esa escalera sin fin, hasta ese pasillo interminable, hasta esa puerta que en ese momento separaba lo que nadie nunca soportaría ver. Su cuerpo blanco, sin vida, sus ojos perdidos en un mundo de arrepentimientos, su boca gesticulando perdón, las manos cerradas e impotentes; todo era un idioma propio que supe descifrar.Seguía ahí, como la última ves que me fui, quieta y callada. ¿Quién fue? ¿Que hizo ella para merecerse esto?, esta ves eran otras las preguntas, cuyas respuesta yo sabia.Me siento en mi cama, la miro y no podía entenderlo. Me recuesto sin saber que hacer y me duermo profundamente buscando la cura de todo el dolor. Al despertarme todo había cambiado: mi habitación ya no era amplia ni cálida e iluminada, la cama había dejado de ser grande y confortable; todo parecía un sueño.Y cuando de repente miro que mi ventanal ya no es un cuadro y que fue remplazado por barras verticales de piso a techo, como jaula sin salida. Me di cuenta que no era un sueño si no más bien el principio de mi pesadilla.